Pensé demasiado en las definiciones de felicidad que aprendí con los años y traté de catalogar mi estado actual. Las redes sociales me recordaron los temores que uno aprende con los años, básicamente el de ser feliz. Los post usualmente están llenos de las emociones que tenemos en el momento "Feliz con mi amiga fulanita" "Te adoro menganita", "Eres el amor de mi vida".
¿Qué ocurre con nuestros sentimientos hoy? En verdad son expresados por el famoso Facebook? o son resultados del momento, generados por la adrenalina?
Con cierta desazón, debo admitir que me he identificado con la frase que se menciona en alguna película de Will Smith: "Cuando se atisba un rato de felicidad siempre hay alguien que quiere destruirla". ¿Por qué?, por la misma razón por la que me desagradan las burbujas de jabón con las que juega mi hijo: siempre se rompen.
Tener miedo de disfrutar de algo que te hace de una manera increíble mucho mejor ser humano, es igual que no vivirlo o gozarlo a plenitud. Debo aceptarlo, soy feliz, de un modo tan sublime que me estremece. Tengo problemas (como todos), pero de un modo peculiar, no me impide decir que me siento completamente feliz.
Me rehúso a decírtelo Facebook, pero sí, soy MUY FELIZ, no por lo que poseo, sino por el amor que atesoro en mi corazón en este instante y, es tan valioso que le puesto una caja fuerte blindada para evitar los robos, aunque también estoy considerando contratar a Prosegur para que la vigile jajaa. Apago el televisor, nos vemos.